Tomado de https://www.infolibre.es/
Existen estudios que demuestran que las rebajas fiscales a las rentas más elevadas estimulan la iniciativa económica de los beneficiados, mientras que subirles los impuestos frena la inversión, reduce la productividad, desalienta el emprendimiento y entorpece la acumulación del capital. Pero también se encuentran otros tantos que prueban cómo las exenciones fiscales y los beneficios extraordinarios no impulsan a los sujetos económicos a trabajar más y emprender mejor, sino que más bien les animan a negociar con mayor agresividad para aumentar esas ganancias.
Un economista alemán, Sebastian Gechert, del Instituto de Política Macroeconómica de Düsseldorf, y otro austriaco, Philipp Heimberger, del Instituto de Estudios Económicos Internacionales de Viena, han analizado 441 estimaciones incluidas en 42 estudios sobre los efectos de las rebajas fiscales. En ellas, se sostiene que un recorte de un punto porcentual en el impuesto de sociedades produce, de media, un crecimiento del PIB “moderado pero estadísticamente significativo” de 0,02 puntos porcentuales. Sin embargo, Gechert y Heimberger han encontrado un “sesgo” en la literatura que relaciona el impuesto de sociedades y el crecimiento económico, que favorece ese resultado positivo. Una vez eliminada esa desviación, los autores concluyen, por el contrario, que las rebajas fiscales a las empresas “no tienen efectos económicamente relevantes o estadísticamente significativos en el crecimiento económico”.
Además, mantienen que los estudios publicados aumentan los efectos positivos de los recortes de impuestos cuando alguno de sus autores resulta ser colaborador de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE). En este club, integrado por las naciones más ricas del planeta, los tipos máximos del impuesto sobre la renta de las personas físicas (IRPF) se redujeron de media desde el 65,7% en 1981 hasta el 50,6% en 1990, para continuar bajando de forma más moderada hasta el 41,7% en 2010, según sus propios datos. Otros dos investigadores, británicos, de la London School of Economics, David Hope y Julian Limberg, han calculado que entre la década de los 60 y la de los 90, la tributación soportada por el 1% más rico en los países de la OCDE se desplomó más de un 30%. En el paquete fiscal incluyen el IRPF, el impuesto de sociedades, el de sucesiones y los impuesros sobre los dividendos, el patrimonio y el capital.
Hope y Limberg han comprobado datos de 18 países de la OCDE desde 1965 hasta 2015, la huella de medio siglo de impuestos sobre el 1% más rico de la población. Y han llegado a la misma conclusión que sus colegas de Düsseldorf y Viena: los favores fiscales a los más pudientes no hacen crecer el PIB per cápita. Tampoco reducen la tasa de desempleo. Ni en el corto ni en el medio plazo. Pero sí tienen un efecto: aumentan la desigualdad. De media, y tras una rebaja fiscal a los más ricos, la renta del 1% situado en los más alto de la distribución crece en 0,6 puntos porcentuales a los tres años, y hasta 0,8 puntos a los cinco años, lo que destacan como un “efecto estadístico muy significativo”.